INTRODUCCIÓN HISTÓRICA
El conocido como Catastro de Ensenada
debe definirse como la averiguación, llevada a cabo en los territorios de la
Corona de Castilla a mediados del siglo XVIII, de los bienes y rentas de cada
vecino con el objetivo final de sustituir el sistema impositivo (concretamente
las rentas provinciales) entonces vigente por una contribución fiscal única.
Recibe el apelativo de Ensenada debido a que fue el propio don Zenón de
Somodevilla, I marqués de Ensenada, el impulsor político de esta iniciativa y
quien originariamente dirigió el proyecto.
Don Zenón de Somodevilla y Bengoechea
había nacido en el pueblo riojano de Hervías el 2 de junio del año 1702. De
origen humilde (era hijo de un pobre hidalgo) tiene que emigrar a Madrid tras
el fallecimiento de su padre y poco después a Cádiz, donde comienza su carrera
en la Marina, ascendiendo rápidamente pese a su escasa formación académica.
Tras participar en la toma de Orán (1732) el rey Felipe V le envía a Italia
junto al entonces infante don Carlos para la conquista de Nápoles. Es aquí,
siendo ya Carlos rey de Nápoles, cuando éste le concede el título de Marqués de
Ensenada en 1736. Un año más tarde es nombrado por Felipe V Secretario del
Consejo del Almirantazgo y poco después Secretario de Estado y Guerra del
infante don Felipe. Tras el fallecimiento del ministro Campillo en abril de
1743 a Ensenada se le encomiendan las cuatro secretarías que su predecesor deja
vacantes: Hacienda, Guerra, Marina e Indias. Se convierte así en el hombre
fuerte del Estado, iniciando un gobierno difícil y lleno de obstáculos que
Ensenada intentará sortear con la habilidad que le caracterizó.
Desde su llegada al gobierno dos
acontecimientos históricos marcan el devenir en sus decisiones, influyendo en
gran manera para que su proyecto catastral dé los primeros pasos. En primer
lugar la llegada al trono de Fernando VI tras la muerte de su padre Felipe V en
1746 y en segundo lugar la firma de la Paz de Aquisgrán dos años más tarde.
Ambos hechos inciden directamente en la lucha reformista de Ensenada, ya que le
permiten por un lado convencer al nuevo monarca de las bondades de su proyecto
y por otro, tras el fin de las guerras que se habían sucedido durante la
primera mitad de siglo (mermando así las arcas reales hasta la declaración de
bancarrota) y el inicio de un periodo de paz, centrar los esfuerzos en la
política interior del Estado dejando un tanto apartados los quebraderos de
cabeza que la política internacional imponía.
La idea del Catastro no era nueva. Para
entonces Ensenada ya conocía de primera mano los proyectos catastrales de los
territorios de Saboya unos cuantos años atrás así como el catastro que su
antecesor Campillo estableció para Cataluña. La novedad es que Ensenada se
decide a llevarlo a la práctica. Así, poco a poco y ayudado por la colaboración
de personajes importantes, incluida la reina Bárbara de Braganza, Ensenada
consigue convencer al timorato Fernando VI para aplicar las urgentes y
necesarias reformas. De todo este proceso surge la realización del Catastro,
que asienta su primera piedra en forma de decreto real el día 10 de octubre de
1749. En dicho decreto se exponen las razones que motivaban su realización,
señalando asimismo la universalidad del Catastro, incluyendo tanto a legos como
a eclesiásticos. También se encomendaba la dirección de todo el proyecto a la
Real Junta de la Única Contribución, órgano supremo, autónomo y dedicado
exclusivamente a su realización. Junto al decreto se publican una Instrucción
formada por 41 capítulos y una serie de formularios en los que se detallan cómo
proceder en el trabajo de averiguación.
Como hemos dicho el objetivo final de
Ensenada era abolir las antiguas e injustas rentas provinciales por un nuevo
sistema basado en una única contribución en la que “cada vasallo pague a
proporción de lo que tiene, siendo fiscal uno de otro para que no se haga
injusticia ni gracia”. Pese a todo no debemos llevarnos a engaños. En
realidad en la mente de Ensenada no planeaba un objetivo de lucha por una
justicia social sino más bien la búsqueda de nuevos elementos que permitieran
la entrada en el circuito fiscal de los remanentes que provenían de las clases
más privilegiadas de la sociedad (casi siempre exentas de impuestos) todo ello
en favor de la salvación de la Corona.
El proceso de averiguación de los datos
catastrales fue ideado por las autoridades siguiendo un esquema sencillo y que
sería similar en los lugares catastrados. Veamos como muestra el desarrollo del
proceso que se llevó a cabo en Ufones.
Para la recogida y gestión de la
información catastral se decidió utilizar la provincia como unidad territorial
básica. A mediados del siglo XVIII la organización territorial difería de la
actual. En lo que hoy es la actual provincia de Zamora concurrían tres
territorios distintos: las provincias de Zamora, Toro y Valladolid. No es hasta
1833 cuando la reforma administrativa creada por Javier de Burgos configura el
nuevo mapa administrativo del Estado, que con escasas variaciones llegó hasta
1978. En el momento del Catastro la provincia de Zamora comprendía el
territorio formado por los partidos de Aliste, Tábara, Alba, Sayago, Tierra del
Pan, Tierra del Vino, Mombuey así como la ciudad de Zamora. Ufones quedaba
encuadrado en el partido de Alcañices o Aliste.
La dirección del Catastro en cada
provincia quedaba en manos de un intendente, quien como tal se encargaba de
gestionar y supervisar las actuaciones de los jueces subdelegados. En la
antigua provincia de Zamora se nombró intendente a don Pedro de Revollar,
personaje un tanto peculiar que actuó de forma independiente y autoritaria. Don
Pedro se incorpora a su puesto a finales de 1750. Como correspondía en cada
provincia se procede a la realización de la operación piloto, que en el caso de
Zamora se llevó a la práctica en el lugar de Arcenillas. Esta operación, que el
intendente Revollar comienza en diciembre de 1750 sin comunicarlo a la Real
Junta, concluye en abril de 1751 con el dictamen favorable de la misma, pese a
no seguir al pie de la letra la Instrucción de 1749. A partir de ahí se inician
las averiguaciones en el resto de lugares de la provincia. El intendente
reparte el territorio zamorano entre doce jueces subdelegados, correspondiendo
al partido de Alcañices dos de ellos: Pedro Monroy y Joachim Luis de
Fontanillas. En Ufones la supervisión correrá a cargo del segundo de ellos, don
Joachim. La cronología del proceso en líneas generales será la siguiente. El
día 7 de junio de 1751 se persona en el pueblo don Joachim de Fontanillas,
iniciándose así las operaciones catastrales. Al acto asisten en calidad de
alcaldes Martín Blanco y Antonio Rodríguez, quienes se harán acompañar de otros
dos vecinos en calidad de asociados: Francisco Ballestero y Bonifacio Devesa y,
junto a ellos, comparece don Domingo Fernández, teniente cura del pueblo. En
esta primera toma de contacto el juez subdelegado presenta el bando firmado por
el intendente Revollar en el que se cita a todos los vecinos de la localidad
para que procedan a realizar sus memoriales o declaraciones. Junto al bando se
acompañan un formulario que sirve de guía para la realización de los
memoriales, un interrogatorio de cuarenta preguntas que deben satisfacer las
autoridades y representantes (que será el mismo para todos los lugares) y otro
formulario anejo en el que se dan las instrucciones necesarias para su
cumplimiento. El plazo dado para la satisfacción de las respuestas generales
será de quince días naturales, aunque éste no se cumplirá.
El día 7 de agosto se procede al
nombramiento de los peritos. En Ufones ejercerán como tal don Domingo Fernández
Zapapicos y don Gaspar de Rivas, quienes ya habían participado anteriormente en
las averiguaciones de Matellanes. Dos días después se procede a evacuar el
interrogatorio de cuarenta preguntas. Además de los alcaldes, sus asociados y
los peritos asiste al mismo el agrimensor, de nombre Pedro Estevan y no acuden,
pese a su llamamiento, ni el párroco ni el teniente-cura del pueblo, por
ocupación del uno y ausencia del otro. Además de la satisfacción del
interrogatorio las autoridades se centran primero en la recogida de los
memoriales de todos los vecinos y en la verificación de los datos in situ
por parte de los expertos. Uno de los principales problemas a los que se
enfrentaban era la toma de datos de todas aquellas personas que teniendo
propiedades en el término del pueblo no tenían su residencia en el mismo. En el
caso de Ufones declaran propiedades hasta 37 personas residentes en cuatro
lugares distintos: Rabanales, Matellanes, Grisuela y Moveros. Siguiendo con la
cronología de los hechos, el día 12 de agosto se aporta la certificación de los
gastos a los que estaba sometido el Concejo y tres días más tarde un certificado
del párroco de Alcañices, don Domingo Martín, en el que se hacen constar los
aniversarios a los que estaban obligados algunos vecinos[1].
Al certificado de aniversarios se añade otros dos, también exigido por las
autoridades, uno en el que se recogen los diezmos retraídos en los últimos
cinco años[2]
y otro, firmado por el escribano del número de Alcañices, en el que hace
constar las obligaciones a las que estaba sometido Ufones en relación al
Marqués de Alcañices. Por último el día 20 de agosto se presenta por parte del
mayordomo una certificación de las primicias obtenidas por la fábrica de la
iglesia.
Se puede decir que a finales de agosto de
1751 habían concluido grosso modo las operaciones catastrales del lugar
de Ufones.
La documentación catastral
Ya hemos visto
en líneas generales el proceso por el que se procedía a la averiguación de los
datos en cada localidad. Una vez obtenidos y cotejados estos datos se
elaboraban la documentación catastral. Tradicionalmente esta documentación se
ha dividido en dos bloques, en función de la información que nos aporta: las
Respuestas Generales y las Particulares.
a) Respuestas
Generales
Estos libros se
creaban tras la realización de un
interrogatorio de cuarenta preguntas, las mismas para todas las localidades.
b) Respuestas
Particulares
Además de estas
Respuestas Generales contamos con otra parte del Catastro también de suma
importancia. Las conocidas como Respuestas Particulares surgen a partir de las
relaciones individuales o memoriales. Con estas relaciones individuales o
memoriales, que se dividen entre
seglares y eclesiásticos, y a partir de la información que nos ofrecen se crean
dos documentos: los libros de lo Real y los libros de lo Personal.
- Los libros de
lo Real no eran más que una relación detallada de todos los bienes y rentas del
pueblo, divididas en seglares y eclesiásticos. Estos libros también se han
denominado libros Maestros, de lo Raíz, etc.
- Los libros de
lo Personal contienen una relación de cada vecino con sus datos personales,
como edad, profesión, número de hijos, etc. También aquí se separan seglares de
eclesiásticos.
En algunas provincias muchos de los
libros se hicieron en oficinas establecidas en la capital, bien en las
contadurías, bien en las propias intendencias. Una vez que se tenían
confeccionados estos documentos se convocaba en lugar público a todos los
vecinos y se leía en voz alta el libro de lo Real para que cualquiera de ellos
pudiera alegar lo que quisiera.
Toda la información catastral de Ufones quedó
recogida en tres libros diferentes: el libro de Respuestas Generales, libro de
Declaraciones de Seglares y libro Maestro de Seglares[3].
Y en base a esta información intentaremos analizar todos los aspectos más
destacados del pueblo en las siguientes entradas.
[1] En
la relación de aniversarios aparecen Miguel del Prado, quien pagaba al año 3
reales y medio por una misa rezada; los herederos de Alonso Thoval (vecinos de
Mellanes), lo mismo que Miguel, y por último un aniversario de Bartolomé Gago,
al que se le cobraban 4 reales y medio al año por una misa, en este caso
cantada.
[2]
Todos estos datos estaban recogidos en un libro llamado de Tazmías en el que se
anotaban los diezmos generados por cada lugar.
[3] En
el Archivo Histórico Provincial de Zamora se custodian los tres libros
relativos a Ufones en el Catastro de la Ensenada: Libro de Respuestas
Generales (sig. 1534), Declaraciones de Seglares (sig. 1535) y Libro
Maestro de Seglares (sig. 1536). Las Respuestas Generales de Ufones – en
este caso se trata de la copia realizada por la Contaduría de Zamora- también
se pueden consultar en Internet, ya que el Ministerio de Cultura ha
digitalizado los fondos existentes en el Archivo General de Simancas.
¿No hay, en el caso de Ufones, declaraciones de eclesiásticos?
ResponderEliminarEn Ufones sólo hay declaraciones de legos. Hay que tener en cuenta los pocos habitantes que tenía y que en aquella época la parroquia era aneja de la Alcañices, donde residían los eclesiásticos.
EliminarMe llama la atención, porque precisamente hace unos días estuve consultando el Catastro de Ensenada de otro pueblo alistano de un tamaño similar (San Blas), donde tampoco había cura propio (ni la parroquia para su mantenimiento tenía bienes), y sin embargo hay un montón de propiedades de varios eclesiasticos (concretamente había una capellanía, un clérigo y una cofradía), incluso a veces las cofradías de otro pueblo colindante tenían propiedades (en vuestro caso pienso en Rabanales, donde habría más de una). No conocía yo un pueblo sin propiedades de eclesiásticos en la época de Ensenada.
ResponderEliminarHols Pedro
ResponderEliminarA mí también me resulta extraño. Puede que se trate de un defecto en el registro escrito y que las piezas de eclesiásticos no nos hayan llegado. Es poco probable, como bien dices, que las cofradías de Matellanes o Rabanales no tuvieran propiedades en Ufones. Lo que sí te puedo confirmar es la inexistencia de capellanías o cofradías en ese momento.