Con este sugerente título
iniciamos una nueva sección en nuestro blog en la que abordaremos temas
relacionados con la Iglesia así como con la religiosidad popular a través de
los tiempos y cuyo primer tema versa sobre la desaparecida ermita de Santa
Leocadia.
Desafortunadamente desconocemos
a día de hoy el origen histórico de esta construcción al no conservarse apenas
referencias en los registros escritos y ante la falta, al mismo tiempo, de
restos visibles de ella en superficie.
Aproximadamente intuimos su
emplazamiento original, situándose en el espacio -al que daría nombre- conocido
como Santa Locaya o Lucaya (derivación en alistano de Leocadia),
a unos 400 metros del pueblo y en dirección al vecino Matellanes. Su origen posiblemente deba
establecerse en la etapa bajomedieval, momento en el que se difunde ampliamente
el modelo eremítico. A principios del siglo XVII don Jerónimo del Hoyo indica
en sus Memorias la presencia de la ermita, aunque no nos detalla el
estado de conservación que presentaría en esos tiempos.
No sabemos en qué fecha fue
destruida la ermita, sólo que hacia el año 1791 ya no se menciona. El lapso de
tiempo, entre principios del siglo XVI y finales del XVIII, es demasiado
extenso como para ser más precisos. Suponemos que su final fue el resultado de
un proceso continuado de deterioro motivado por múltiples factores económicos,
sociales y religiosos.
Pese a la ausencia de restos en
superficie imaginamos que la ermita tendría una fábrica sencilla, de una sola
nave de reducidas dimensiones, en mampostería de piedra y rematada por una
pequeña espadaña con un vano para la campana, típico de las ermitas rurales en
Aliste. A tenor de la campana de la ermita se ha difundido a lo largo del
tiempo lo que podríamos definir como “la leyenda del campanín”. No sabemos
hasta qué punto se trata de algo verídico o simplemente de un rumor
malintencionado derivado de rivalidades entre pueblos vecinos, pero el hecho es
que la anécdota se ha mantenido en el tiempo generación tras generación. Parece
ser que hace muchos años todavía se mantenía en Ufones la pequeña campana de la
ermita, la cual sería sustraída por algunos vecinos de Rabanales y colocada en
el campanario de su iglesia.
Volviendo a la fábrica de la
ermita, es de suponer que en su interior habría un pequeño altar y presidiendo
el espacio sagrado la consiguiente imagen de Santa Leocadia. Esta imagen sí hemos
podido documentarla. Se trataría de la misma que aparece en el inventario de
los bienes de la iglesia de Santa Eulalia, realizado por el cura don Domingo
Miguel Puelles a fecha 29 de septiembre de 1825 y en el que dejó anotado, entre
otros muchos objetos, una imagen de Santa Leocadia[1].
Creemos que se trata de la misma que aparecería en la ermita homónima y que
posteriormente sería trasladada hasta la iglesia ante el inminente final de
aquella. Su paradero actual se desconoce.
Santa Leocadia, mártir toledana
[1]
Así aparece en el libro de
fábrica que se conserva en: Archivo Histórico Diocesano de Zamora, sección
parroquiales, nº 82, libro 5º, folio 4 y ss.
Tanbién conocida como Santa Lucaya
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