La
producción harinera ha sido una de las bases fundamentales sobre las que se
asentaban las economías rurales. La harina constituía un bien de primera
necesidad, básico para la elaboración del pan y el pienso de los animales, y su
producción estaba estrechamente relacionada con las cosechas de grano, que
fluctuaban año tras año. Así las cosas, los molinos se convirtieron en
herramientas imprescindibles de trabajo.
A lo
largo de la historia han ido apareciendo múltiples variedades de molinos,
clasificados en función a su energía motriz: manuales, de tracción animal,
hidráulicos, de viento, eléctricos, etc.
En Ufones, como en toda la comarca de Aliste, primó la utilización de molinos de agua debido a las condiciones orográficas y climáticas de la zona. Los molinos se fueron extendiendo a lo largo de los cauces de ríos y arroyos más importantes, caracterizando y vertebrando así el paisaje fluvial. Pero no sólo tuvieron un impacto visual en el entorno sino que además influyeron de manera directa en la organización socio-económica de los pueblos ante la necesidad de regular su uso.
En líneas
generales la arquitectura de los molinos en Aliste es similar, aunque su tamaño
varíe debido a la capacidad que soportaban. Se trata de edificios rectangulares
construidos en base a piedra y madera, sin apenas vanos ni chimeneas, pese a la
necesidad de hacer fuego en su interior las largas noches de molienda. Estos
edificios se sitúan en la margen de los ríos, casi siempre en la misma orilla
para no tener que vadearlos. La traída del agua se hacía desviando el curso
hacia el molino donde quedaba represada en la zuda. La corriente entraba
por la calienda, regulando su flujo a través de una compuerta que
permitía dar mayor o menor potencia a la rotación. De esta manera el agua
golpeaba las aletas del rodreno, pieza circular metálica que hacía girar
el eje de madera al que estaba unido y que a su vez movía las piedras o muelas,
una de ellas fija y la otra giratoria. Estas muelas eran graduables en
altura (para conseguir una harina más o menos fina) y su superficie era
estriada. Otras partes del molinos eran la torva, por donde se
introducía el grano y el farniero, depósito donde caía la harina obtenida.
Muelas de un molino
En cuanto
al régimen de propiedad, tradicionalmente los molinos podían estar en manos
privadas o públicas. Aun así en todos los casos se desprende un uso comunal,
con turnos rotativos entre los vecinos que gozaban del derecho a moler y que
incluso procedían de pueblos cercanos como Matellanes, Grisuela o San Juan del
Rebollar.
La datación más antigua que conservamos sobre los molinos de Ufones viene de mediados del siglo XVIII, con la información que nos transmite el Catastro de Ensenada. En este momento se documentan hasta seis molinos en funcionamiento. Son: El Retorno, La Llamerona, Matarranas, Ribera de Abajo, La Puente y Molino de Concejo, y uno más, el de Valpozo o de los Alonso, inservible por estar arruinado. En épocas posteriores hemos podido contabilizar otros dos, los molinos de Valongo y el Pisón. En este último caso no se trataría de un molino harinero sino más bien de un batán o pisón –de ahí el nombre- dedicado a la preparación de telas de lino.
Todos
estos molinos perduraron en el tiempo hasta el último cuarto del siglo XX.
Lamentablemente en la actualidad, debido a la coyuntura económica y social del
pueblo (emigración, envejecimiento poblacional, aparición de nuevas técnicas
agrícolas, desinterés institucional, etc) la mayoría de ellos o bien han
desaparecido totalmente o tan sólo conservamos algunos restos. El único que se
conserva íntegramente es el molino La
Puente. Se trata del molino de mayor tamaño del término, y uno de los de
mayor capacidad de todo el Mena. Es posible que su buen estado responda a dos
premisas. En primer lugar, el molino era el más cercano al pueblo y, a
diferencia de los demás, era utilizado casi en exclusiva por los vecinos de
Ufones, lo que aumentaba el interés de los propios vecinos por el mismo. En
conexión con esta idea está la segunda premisa: aunque no contemos con ningún
documento que pueda probarlo, es más que factible que el molino fuera objeto a
principios del siglo XX de una reconstrucción bien total o parcial. Esto
quedaría reflejado en la inscripción que actualmente podemos ver en la puerta
de entrada donde figura el año 1912, fecha probable de finalización de las
obras. A principios de este siglo se llevo a cabo la reparación del tejado,
debido a su estado de deterioro.
Restos del molino de La Llamerona o de Los González
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