miércoles, 17 de abril de 2013

Ufones en el Catastro de Ensenada (1751). Economía


En los post anteriores sobre el Catastro de Ensenada habíamos analizado por una parte la formación y desarrollo de las averiguaciones y por otra el estudio de la población y el espacio geográfico del pueblo. Vamos ahora a desarrollar brevemente otros aspectos no menos relevantes, como pueda ser la economía de Ufones a mediados del XVIII.
ECONOMÍA

Sector primario
De los datos que nos ofrece el Catastro se desprende una primera constatación: la economía del pueblo está basada casi en su totalidad en el sector agrario. Esto es la tónica dominante en la Castilla del Antiguo Régimen, y el caso de Ufones, hasta la actualidad. A pesar de su pequeño tamaño (pequeño incluso en comparación con el tamaño medio de las poblaciones alistanas) Ufones reproduce a escala el modelo socio-económico zamorano preindustrial: poblaciones con un nulo bagaje urbano, con una economía pobre y basada en un régimen agrario de autoconsumo y una sociedad poco desarrollada.

Los datos son elocuentes. En Ufones el 92 % de los vecinos (entendidos estos no como habitantes sino como núcleos o unidades familiares) viven, o mejor dicho, sobreviven del sector primario, aunque hay que señalar que un tercio de ellos lo compagina con otras actividades del sector secundario[1], dato que refleja la permeabilidad de la época.
El aspecto sobre el que más incide el Catastro es sobre la producción agrícola. Es lógico puesto que el sistema fiscal estaba supeditado en su mayoría a los rendimientos que se obtenían de la tierra. En el Catastro de Ufones se declaran un total de 756 piezas de tierra, que en superficie suman en conjunto 1.204.645 m2. Teniendo en cuenta esta escasa superficie del término se deduce una excesiva parcelación, más aún si tenemos presente la más que posible ocultación de datos por parte de los vecinos.
La mayor parte del terrazgo lo constituían tierras de secano, debido sin duda a la importante producción cerealista. En cambio, las tierras de regadío estaban destinadas casi exclusivamente a la plantación de lino y berza.
                                       Parcelación de tierras en el término de Ufones a través de las denominadas cortinas 

En cuanto a los cultivos, los más extendidos en Ufones a mediados del siglo XVIII son, por este orden, el centeno, el lino y el trigo, con una producción conjunta estimada en 1442 reales al año. El centeno también es el cultivo dominante en Aliste ya desde principios de la Edad Moderna, al contrario de lo que sucede en otras zonas de Zamora en las que predominaba el cultivo del trigo[2]. Por otra parte el lino también tiene un peso específico en Ufones y el resto de pueblos del entorno, debido a sus bajos costes de producción y a las buenas condiciones físicas y climáticas de la zona, que favorecerían su cultivo. La propia toponimia constata lo extendido del mismo, ya que aún hoy persisten en los pueblos de Aliste multitud de tierras que reciben el nombre de linares. Es el caso de Ufones.
La producción hortícola se reduce aquí al cultivo de la berza, tanto en huertas de particulares como en una huerta concejil de la que disfrutan todos los vecinos del pueblo y que se valora en 250 reales anualmente, una muestra más de las estructuras comunales que tradicionalmente existieron en Aliste.

En cuanto a la ganadería, también su peso es notable. Se contabilizan en el pueblo hasta 720 cabezas de ganado, con una preeminencia del lanar, que supone el 82,2 % del total. Junto al lino la producción de lana estaría destinada principalmente al autoconsumo familiar. Es de señalar en la comarca la importante industria textil lanar focalizada en Alcañices, que en 1752 contaría con hasta 22 esquilmos en funcionamiento[3]. Esta industria habría tenido su edad de oro en el siglo XVI, pasando por momentos de crisis en la centuria siguiente, con la destrucción de sus telares en 1711. A mediados del XVIII se habría producido una ligera recuperación[4].

El resto de ganado se divide porcentualmente entre el vacuno, que representa el 8,6 %, el equino el 2,4 % y el porcino, que con un número de 49 cabezas supone el 6,8 % del total. Un inciso respecto de la cría de cerdos. Señala el Catastro que de los 49 cerdos existentes, 24 lo eran de ceba y 25 camperos, es decir, la mitad de ellos se criaban de forma estabulada pero la otra mitad era criada en régimen de semilibertad. Aunque en la actualidad esto parezca raro no mucho tiempo atrás debía ser algo habitual y todavía hoy los mayores del lugar recuerdan la cría libre de cerdos en el pueblo.

Dentro del sector primario también se incluye la producción harinera, con un valor importante en Ufones. Si tenemos en cuenta la poca extensión del término hay que destacar su considerable número de molinos. El Catastro señala hasta seis funcionando en esta época, todos ellos de agua y con una molienda de ocho meses al año. En la mayoría de los casos la propiedad de los molinos no era individual sino que pertenecía a diferentes vecinos, muchos de ellos venidos de pueblos cercanos como Matellanes o Grisuela, que por su situación geográfica contaban con pocos molinos (por ejemplo Matellanes tan sólo contaba con uno o Grisuela con dos).
El siguiente cuadro revela la propiedad de estos molinos y su valor en arrendamiento:

NOMBRE
PROPIETARIO / OS
VALOR EN ARRENDAMIENTO
El Retorno
Andrés Prieto
60 reales de vellón
Molino de Concejo
Lucas Martín y vecinos de Grisuela
100 reales de vellón
Mata Ranas
Alonso Ramajo y vecinos de Grisuela
50 reales de vellón
La Llamerona
Domingo Gonzalo y vecinos de Matellanes, San Vitero y Tola
100 reales de vellón
Ribera de Abajo
Diego de la Moral y vecinos de Matellanes y Ufones
50 reales de vellón
La Puente
Bartolomé Gago y vecinos de Ufones y Rabanales
50 reales de vellón

Como señalamos anteriormente destaca en este cuadro que tan sólo en el molino de El Retorno aparece como único propietario Andrés Prieto mientras que en el resto se deduce un régimen comunal de uso compartido (es significativo el nombre del molino de Concejo). Todos estos molinos y alguno más perduraron en el tiempo hasta el último cuarto del siglo XX.
Siguiendo con el análisis económico y para finalizar con el sector primario queda por señalar otro dato que nos ofrece el Catastro, y es el de la producción de miel. En el pueblo se contabilizan en total nueve colmenas en propiedad de dos vecinos del pueblo (seis pertenecientes a Bonifacio Debesa y tres a Francisco Teso) y por las que ingresan los dos 36 reales cada año. La producción de miel estaría destinada más al autoconsumo familiar que a su posible venta.

Sector secundario y terciario
Por lo que se refiere al sector secundario se detallan algunas actividades artesanales pero que como hemos visto sirven de complemento a las actividades agrarias. En la pregunta 32 del interrogatorio se da a conocer la existencia en el pueblo de dos tejedores (uno de paños pardos y otro de costales), un sastre y un carretero, aunque en la respuesta siguiente se deja claro que todos ellos combinan estas actividades con las de labradores, regulándose por ello el jornal diario. Esto es algo habitual en la época a juzgar por los datos del Catastro[5]. En cuanto a los salarios, éstos pueden variar en relación al número de jornales que efectuaran al año, limitados por el número de festivos que imponían las obligaciones religiosas. Pese a ello sabemos por las declaraciones individuales que los mayores ingresos los obtenía el sastre con 300 reales al año mientras que el carretero apenas llegaba a los 100 reales anuales. A todos estos artesanos habría que sumar la presencia en el pueblo de un herrero, de nombre Bentura Mezquita, residente en el vecino Matellanes pero que poseía una fragua en Ufones, donde trabajaba. En su memorial Bentura declara unos ingresos anuales estimados de 500 reales de vellón, bastante altos para la época.

Sector terciario
Para finalizar hay que señalar la inexistencia de trabajadores del sector terciario. Debemos tener en cuenta la focalización de este tipo de profesionales en la villa de Alcañices, centro administrativo de referencia en la comarca.

 






[1] Los datos recogidos para el conjunto de la provincia por Martín Caberos, P. y  Sanchiz Ruiz, F. en “Aproximación a la estructura socio-profesional de la provincia de Zamora en el siglo XVIII a través de las Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada”, AIEZ Florián de Ocampo, 1985, p. 453, ofrecen una tasa de actividad del 82,9 % para el sector primario, 9,9 % el secundario y 7,1 % para el terciario.
[2] Vid. Álvarez Vázquez, J. A., “La agricultura de Zamora en la época Moderna”, en Historia de Zamora, tomo II, p. 122 y “Evolución de la agricultura zamorana en la época Moderna: indicadores económicos”, en Actas del Primer Congreso de Historia de Zamora, tomo III, p. 461.
[3] Romero Abao, A., “La villa de Alcañices en la Respuesta General del Catastro del Marqués de la Ensenada” en Sánchez Herrero, J., El Tratado de Alcañices. Ponencias y comunicaciones de las Jornadas conmemorativas del VII Centenario del Tratado de Alcañices (1297-1997), p. 119.
[4] Alba López, J. C y Rueda, J. C., “La industria y el comercio en la Edad Moderna”, en Historia de Zamora, tomo II, p.179.
[5] Ib., pp. 164 y ss.

lunes, 8 de abril de 2013

Los molinos de Ufones


La producción harinera ha sido una de las bases fundamentales sobre las que se asentaban las economías rurales. La harina constituía un bien de primera necesidad, básico para la elaboración del pan y el pienso de los animales, y su producción estaba estrechamente relacionada con las cosechas de grano, que fluctuaban año tras año. Así las cosas, los molinos se convirtieron en herramientas imprescindibles de trabajo.

A lo largo de la historia han ido apareciendo múltiples variedades de molinos, clasificados en función a su energía motriz: manuales, de tracción animal, hidráulicos, de viento, eléctricos, etc.
 
En Ufones, como en toda la comarca de Aliste, primó la utilización de molinos de agua debido a las condiciones orográficas y climáticas de la zona. Los molinos se fueron extendiendo a lo largo de los cauces de ríos y arroyos más importantes, caracterizando y vertebrando así el paisaje fluvial. Pero no sólo tuvieron un impacto visual en el entorno sino que además influyeron de manera directa en la organización socio-económica de los pueblos ante la necesidad de regular su uso.

En líneas generales la arquitectura de los molinos en Aliste es similar, aunque su tamaño varíe debido a la capacidad que soportaban. Se trata de edificios rectangulares construidos en base a piedra y madera, sin apenas vanos ni chimeneas, pese a la necesidad de hacer fuego en su interior las largas noches de molienda. Estos edificios se sitúan en la margen de los ríos, casi siempre en la misma orilla para no tener que vadearlos. La traída del agua se hacía desviando el curso hacia el molino donde quedaba represada en la zuda. La corriente entraba por la calienda, regulando su flujo a través de una compuerta que permitía dar mayor o menor potencia a la rotación. De esta manera el agua golpeaba las aletas del rodreno, pieza circular metálica que hacía girar el eje de madera al que estaba unido y que a su vez movía las piedras o muelas, una de ellas fija y la otra giratoria. Estas muelas eran graduables en altura (para conseguir una harina más o menos fina) y su superficie era estriada. Otras partes del molinos eran la torva, por donde se introducía el grano y el farniero, depósito donde caía la harina obtenida.

 
                                                                                   Muelas de un molino

En cuanto al régimen de propiedad, tradicionalmente los molinos podían estar en manos privadas o públicas. Aun así en todos los casos se desprende un uso comunal, con turnos rotativos entre los vecinos que gozaban del derecho a moler y que incluso procedían de pueblos cercanos como Matellanes, Grisuela o San Juan del Rebollar.
 
La datación más antigua que conservamos sobre los molinos de Ufones viene de mediados del siglo XVIII, con la información que nos transmite el Catastro de Ensenada. En este momento se documentan hasta seis molinos en funcionamiento. Son: El Retorno, La Llamerona, Matarranas, Ribera de Abajo, La Puente y Molino de Concejo, y uno más, el de Valpozo o de los Alonso, inservible por estar arruinado. En épocas posteriores hemos podido contabilizar otros dos, los molinos de Valongo y el Pisón. En este último caso no se trataría de un molino harinero sino más bien de un batán o pisón –de ahí el nombre- dedicado a la preparación de telas de lino.

Todos estos molinos perduraron en el tiempo hasta el último cuarto del siglo XX. Lamentablemente en la actualidad, debido a la coyuntura económica y social del pueblo (emigración, envejecimiento poblacional, aparición de nuevas técnicas agrícolas, desinterés institucional, etc) la mayoría de ellos o bien han desaparecido totalmente o tan sólo conservamos algunos restos. El único que se conserva íntegramente es el molino La Puente. Se trata del molino de mayor tamaño del término, y uno de los de mayor capacidad de todo el Mena. Es posible que su buen estado responda a dos premisas. En primer lugar, el molino era el más cercano al pueblo y, a diferencia de los demás, era utilizado casi en exclusiva por los vecinos de Ufones, lo que aumentaba el interés de los propios vecinos por el mismo. En conexión con esta idea está la segunda premisa: aunque no contemos con ningún documento que pueda probarlo, es más que factible que el molino fuera objeto a principios del siglo XX de una reconstrucción bien total o parcial. Esto quedaría reflejado en la inscripción que actualmente podemos ver en la puerta de entrada donde figura el año 1912, fecha probable de finalización de las obras. A principios de este siglo se llevo a cabo la reparación del tejado, debido a su estado de deterioro.

                                                             Restos del molino de La Llamerona o de Los González

 
Esperemos que en el futuro se puedan llevar medidas que ayuden a la conservación de este tipo de bienes inmuebles que, más allá de su utilidad funcional, forman parte de nuestro patrimonio histórico-cultural.